La decepción entra y sale de nuestra vida como si nada. Como si viviera con nosotros y andara en zapatillas de estar por casa. Y la experiencia dice que es así, y que es de una en un millón la probabilidad de que exista una excepción que confirme la regla. Por eso, hay que estar a prueba de balas, avisar a tu corazón de todo esto. Aunque él aprende rápido, llegará un momento en el que las decepciones le parezcan superficiales. Las personas te disparan, incluso aquellas con las que has vivido toda una vida. Así que toma decisiones. Eliges alejarte de esas personas, aunque a veces, sea sólo por un tiempo.