¿Qué son 24 horas sino un día más?


Monotonía.
Será la vuelta a la rutina.
Ruina.
Volver a sentarse en una silla, delante de una mesa, leyendo unos papeles escritos con cosas que comprendes, pero que ahora no quieres entender.
Porque lo primero es destruir los demonios que dicen que lo haces bien y te mienten. Pero no hay tiempo.

No avanzas y tampoco retrocedes. Estás estancado.
Ignoras qué hora es, cuánto tiempo ha pasado y cuánto queda para que acabe el día.
Será rutina.
Será que ya nada conmueve. Y, para todo, media sonrisa torcida.
¿Qué son 12 meses sino un año más?

Has conseguido llegar a mí. Desde dentro.
Y no te vas. No quiero que te vayas.
Pero tampoco quiero continuar sabiendo que ya no me conoces.
Y no voy a matar tus abrazos, a pesar de todas las veces que me han matado tus silencios.

Has rodeado mi corazón con tus espinas. Y nadie me dijo que las Amapolas tuvieran espinas. Nadie me dijo que el dolor que causan fuera tan dulce.


Nadie me dijo que acabaría rompiendo la promesa que me hice sobre no volver a escribir tu "nombre".

El problema es que, si quiero avanzar, no puedo.
No quiero avanzar y olvidarte, aunque sé de sobra que no lo haré. Pero.
Me gustaría darlo todo y que, por una vez, hiciesen lo mismo por mí.
Quiero, por una puta vez, no estar jodida y malgastando lágrimas.
Sólo por una vez.

En fin.

Escribo esto porque se supone que podría ayudar a desahogarme. Yo, que me hubiese ahogado en tu boca encantada.

Pero creo que ya no siento nada. Sí.
Creo que eras mi musa. Y te he matado.
Y ya no quiero sentir nada. No por ahora. O sí, pero poco a poco. Lentamente.
De momento esperaré un rato, por si dejas caer al suelo mis pedazos, sujetos por tus manos.
Esperaré un rato, porque me ha dolido quererte.
Y creo que el hacerlo me ha matado.
Creo que me has matado.
A cachos. Como si nada.
Y dices que no soy yo.
No estoy. No soy.
A tiras.

No me encuentro. No me busques. No intentes arreglarme, porque saldrá mal. Porque siempre sale mal.
Porque. Mejor te advierto yo, antes de que sea tarde. Aunque conmigo siempre es tarde.

Pausa.

Aún no. Cae la sangre.
Gota a gota mataré a mis sentimientos. O no.
Puede que los siga escondiendo en la caja de Pandora.

No escribo sobre ti; ya no eres mi musa.
Escribo sobre lo que me queda. Lo que queda de mí. Nada.
¿Nada?

Me he cansado de sentir tanto en tan poco tiempo, pero quiero.
No me canso de escribir y que nadie lo entienda. De ahí sale mi cordura. De haberte querido tanto que mataba y curaba a la vez.
De haber intentado hacer que tu caos fuese arte. Ahora que se ocupe otro.

Hacer(se) trizas. De ti.
Mientras él dormía, ella apagaba estrellas.
"Te quiero" susurró. "No lo hagas" pensó. Ella. Pudo haber tocado el cielo, pero prefirió quemar el infierno.
Él se perdió en sus ojos, creyendo que esa oscuridad iba para él.
Iguales. Opuestos.
Calor y frío. Todo en dos.
Ella se reía de la vida y él sólo quería malgastar su último aliento a su lado.
Llovía en sus ojos y ella esbozaba una sonrisa.

Él le quitaba la ropa y ella quería destruir París.

En otra vida él sigue intentándolo, y ella aún no ha borrado sus pasos.

"Ella no sueña más. Y él quiere despertar."

Estoy a punto de tirar a la vida por las escaleras y tengo a Indiferencia llamando a la puerta.
El frío colgando de las pestañas y en mis ojos 1998.
Lágrimas envasadas al vacío.
Gritos en la mirada. Miradas inertes.

Ya no duele; me anestesio con mentiras.
Ya no siento; ahora me curo con espinas. Heridas.

Rasgo los libros y quemo palabras que jamás oirás pronunciar a mis labios.

Quiéreme.
Vuelve.
Quédate.
Vete.

Lo hago por ti, como debe ser.
Por los demás.
Darlo todo por nada.
Porque nadie da nada, pero alguien tendrá que empezar a hacerlo. Alguien tendrá que resucitar la poca humanidad que queda. Bah.

Pero no me entiendas. Estaba hablando de que lo mínimo intenta matarme. Así que, no esperes más de mí.
No me esperes.

Nada.
Absolutamente nada. Eso soy.
Y mi mirada. Que a todos perturba, a todos mata.
Eso dicen.
Será porque está vacía.

Sí.

Con lo bonita que parecía la vida dentro de mi desastre, ¿eh?

No.

Ya no hay desastre. O sí, pero ahora está vivo. Ahora quema más. Y el monstruo despierto y yo con el gatillo roto.
Y claro que sin poesía no hay cicatrices bonitas.
Y las balas en los huesos. Y las palabras en el pecho.
Sin rumbo y con la cordura enloquecida.
Esperando a que aparezcas como solías hacer.
Pero ya no vienes y mi corazón empieza a desearme buena suerte. Qué cabrón.
Y qué putada eso de querer quererme y no saber hacerlo. O de no saber dejarme querer. Y.

No te rindas por mí, encontrarás otro frío. Aunque, en realidad, ya lo tienes. Pero mejor no te hablo de su abismo, que seguro que tú lo conoces mejor. Mejor me callo y hago como si no existiera.
Para ti.

Si ocurre que alguien pregunta por qué, dile que este vacío ha venido de la nada que me han ido regalando poco a poco. Gracias.

Descansa, que mañana serán otras ojeras.

"Para caminar valen los sueños.
Y no me quedan más.
Llévame a hombros."


Dispárame en el alma, como tú sabes. Con esos ojitos.
Y cuando no mire, quiéreme. Y cuando mire, huye a otros abrazos.
Busca otros labios.
(Ansía los míos)
Encuéntrame como cuando te diste por vencida.

Entiendo que no quieras quererme. Entiendo que me necesites.
No me entiendes. Cuando te quiero. Aquí.

No me entiendo, pero. Este agujero en el pecho lo llenas con cada una de tus miradas furtivas.
Y esta vez sí que no voy a escaparme. Me até a tus labios; sin rozarte. Sin hacerte daño.

Joder.
Bésame.
No me quieras.

Seguramente esto acabe en otro fracaso, pero esta vez no me importa. Me importas.
No escribo. Te escribo.

No queda mucho para necesitarte.
Y demasiadas confesiones tengo pendientes con tu almohada.


No sé.

Apaga la luz.
Y qué podría contarte ahora que tú hayas olvidado.
Tal vez todo. Tal vez no hayas olvidado nada. Tal vez ya ni existo.
Tal vez.
Las pestañas mojadas. El alma rota. Lo de siempre.

Pausa.

Me ahogo en el fondo de cualquier vaso que perdió su contenido.
En las ruinas, ah.

Perdiendo todo y ganando una vida sin anestesia.
Y, al final, de lo único que me doy cuenta es de que te quise a ti y poco más.
Necesitáis putas barbies para considerar a alguien guapo.
Alguien dijo, lo bonito es ser delgada, alta, con tetas, culo, curvas, que vista tal y cual... y vosotros sois tan estúpidos que os lo creéis.
A ver cuando os entra en la cabeza, coño.
Por favor, la gente es más que un puntal básico cambiante de la sociedad.

Desde la ruina más intensa y profunda de mi corazón.

Que felicidad tan fugaz, cuando la tristeza es permanente.
No puedo creer que mi infancia haya pasado tan rápido, y que tenga tan pocos recuerdos de ella. La primera vez que le cogí unos tacones a mi madre, le quité un bolso o la imité mientras se maquillaba. Yo quería ser mayor. Como ella. Lo que yo no sabía era las consecuencias que eso tendría.
¿Quién no desear volver a la época donde su mayor preocupación era si se había puesto la ropa del derecho, o si había perdido a una amiga? Bueno, no se si todos, pero yo lo hago.
Tengo tantas cosas en la cabeza que parece que va a explotar, aj, que horrible sensación.
Lo mejor de nuestra infancia es que no éramos consciente de nada de lo que nos rodeaba. Ah, bendita ignorancia. Podías tener mil problemas y cien enfermedades que la felicidad solo se te iba si te castigaban sin jugar con los demás niños.
Bendita simplicidad.
Vivimos en una sociedad egoísta, materialista y discriminadora. Se creen con derecho a juzgar, cuando ese derecho solo lo tienen los jueces, y ni eso.
Una palabra, puede destrozar una vida, pero claro, no somos conscientes de eso. Somos niños pequeños, todavía. Disfrutamos hiriendo y viendo sufrir al resto, hundirlos en el lodo. ¿Nada como eso, eh?
Dais asco, preciosos.