A ratos te odio
porque jugaste con este alma rota
a sabiendas de los desastres que estabas desatando.
Inconsciente
me dejaste a mí
y a mis ilusiones.

Te dejaste la puerta abierta
y ahora cualquiera que se atreva a entrar sin pedir permiso,
puede hacerlo.
Bueno,
tampoco cualquiera.
Cualquier imbécil un poco valiente
(y un poco masoquista)

Ojalá no vuelvas a colarte.
Que este caos ya no vive por ti
ni bebe de ti.
Que no existen ni un "tú" ni un "yo"
porque ni siquiera estás.
Porque no te atreves a volver.
Y yo
no voy a pedirte que regreses.


A ratos recuerdo que te quise
que me jodiste
que ya no te quiero.
Martes. Con un "buenos días".
(aunque no hubo un "buenas noches")
Y el sol brillando como siempre.
Quemando como siempre.
Alumbrándoos como siempre.

Será que la mala suerte lleva mi nombre
o viceversa.
Que nada me llena
o todo me vacía.
Será que por poder haber sido, no fue.
O algo así.

No quiero seguir tirando de un pasado
que ha quedado tan cerca.
Porque empieza a molestar este miedo irracional.
Estas ganas de sentir algo,
que no sea la desesperación por llenar
los recovecos de estas ruinas.

Ya no quedan esas ganas que tanto te llenaban.
Y lo siento, supongo.
Pero tampoco te lo creas mucho.